EVANGELINA GUERRERO... BREVEMENTE.
<Evangelina Guerrero de Zacarías vió por vez primera la luz del día el 29 de mayo de 1904 en el distrito de Quiapo, Manila, en una habitación de la casa-redacción de El Renacimiento.
Fueron sus padres don Fernando Mª Guerrero, príncipe de los líricos filipinos, y doña Remedios Entrala. Estudió las primeras letras en la Escuela Católica de Nuestra Señora de Guía en el distrito de la Ermita en donde su familia se había establecido.
Más tarde ingresó en uno de los más afamados centros docentes de aquellos tiempos, dirigido por la culta y distinguida educadora doña Librada Avelino, el Centro Escolar de Señoritas, donde continuó sus estudios de primaria, intermedia y secundaria.> Pag., V y VI.
<Evangelina llevó una vida sencilla y tranquila> Pag., VI.
HOGAR, MUNDO MÍO
¡Casa vieja, arca santa, hogar mío bendito,
mundo mío que encierras en toda la humildad
los vasos consagrados de un amoroso rito
en que se inmerge el alma de claridad!
Único responsorio de todos mis anhelos,
en tus viejas paredes, tus árboles caducos
pulsa su arpa el recuerdo y en mis largos desvelos
va la vida desnuda de infamias y de trucos.
¡Tibio hogar, mundo mío! ¡Sangre de mi alma entera!
¡Cáliz de mis amores, lápida de pesares!
donde asomóse tímida la ensoñación primera,
con temblores de vírgenes bajo extraños cantares.
Para mí sólo tienes las supremas visiones
de mis grandes amores y mis hondos cariños:
el lenguarazo tibio de mis puras pasiones
que en mi vida han quedado cual caricia de niños.
¡Cobijo de mis padres! Viejas cosas queridas,
recuerdos de alegrías, de infancia, de amarguras;
cifra de mis dulzuras, venda de mis heridas,
linterna vigilante de mis noches futuras.
En tí vengo a buscar silencios comprensivos,
calor de corazones y la risa cordial;
tú me has visto llorar por mis sueños esquivos,
doblegada me viste por la angustia feral.
Y han quedado en tu entraña, como un beso inviolado,
mis goces infantiles, mis penas de mujer,
muñecas, desengaños, el todo amalgamado
que forma tu alma grande y el todo de mi ser.
Una sombra adorada vengo a buscar en tí,
¡el corazón me dice que aquí siempre ha de estar!
Algo muy santo y dulce siento adentrarse en mí,
¡es la voz de mi padre que torna del viejo hogar!
Siempre has de ser la misma de intensas fortalezas,
inagotable fuente de fuerzas interiores.
Heridas que en mi carne abran crueles malezas,
cerrarás compasiva con tu cura de amores.
¡Casa vieja, arca santa, hogar mío bendito!
Mundo mío, tú encierras en toda tu humildad
los vasos consagrados de un amoroso rito
en que se inmerge el alma plena de claridad.
<Sus predilecciones fueron la literatura, la música, las películas románticas, sus animales domésticos y su jardín.> Pag., VII.
A UNA FLORECILLA AZUL, primera estrofa: Sobre tu fino tallo tu corona/ de un azul delicado y transparente, /parece mariposa remolona/ jugando con la brisa dulcemente.
ERAN MIS AVES, también su primera estrofa: Eran mis aves blancas y azules,/ aves nacidas de la ilusión, /fueron tejiendo dorados tules,/ cándidos sueños del corazón.
No podía faltar el canto a España, creo que no existe un lugar en el mundo donde más se ha cantado a España que en Filipinas.
A ESPAÑA.
Al levantar su vuelo del polvo de la vida
aquellos hombres idos que de mi sangre fueron,
al legarme esta santa pobreza no sentida,
dejanrónme un tesoro: ¡tu lengua que aprendieron!
Hoy a tí me aproximo, cogida al lazo que une
a la tuya nuestra alma, y al cantar tus proezas,
¿Cómo mejor hacerlo que en la voz que reúne
todas las armonías y todas las bellezas?
Mil sistros cuyos ecos al Olimpo glorioso
han llegado, sintiendo tu beso, vibrarán;
veinte naciones bravas, en concierto armonioso,
con los brazos del alma tus playas buscarán.
Uniendo al coro inmenso las notas de mi canto
que, ignorado y humilde desde un rincón te llama´
madre mía, quisiera sentir siempre el encanto
de tu idioma glorioso y tu egregia oriflama.
¡Oh, España, carmen áureo, do brotaron divinas
en floración fecunda rojas rosas del genio! ...
¡Oh, España, donde gimen las arpas peregrinas
de los grandes troveros del más clásico ingenio!
Aquellos cuyas musas surgieron bellas, fuertes,
como aquellas Walkyrias del Wagneriano sueño,
aquellos cuyos versos escuchaban inertes
tus siervas que en la noche se bañaban de ensueño.
Frente al mar te levantas, ¡oh, arrogante matrona!,
como eterno peñasco que ningún rayo hiende,
y no hay soles que eclipsen tu brillante corona,
tu espiritual imperio que en dos mundos se extiende.
En medio de las ruinas de la hecatombe humana
en que las avaricias son fuentes de dolor,
tú sola eres piadosa, tú sola eres la hermana
de labios enjoyados de palabras de amor.
Sueña bajo el tranquilo cielo que te cobija
sin que tu seno agiten las locas ambiciones;
duerme, casta gacela, que el ensueño prohija,
al arrullo encantado de viejas tradiciones.
Al levantar su vuelo del polvo de la vida
aquellos hombres idos que de mi sangre fueron,
al legarme esta santa pobreza no sentida,
dejanrónme un tesoro: ¡tu lengua que aprendieron!
Hoy a tí me aproximo, cogida al lazo que une
a la tuya nuestra alma, ay al cantar tus proezas,
yo te invoco en la lengua que harmonías reúne
y que es cifra, ¡acervo y síntesis de todas las bellezas!
Vista del volcán Mayón (Albay). Portada de la Revista Geográfica Española
En el Postfacio, A.M.A. ¿Antonio Abad Molina?, escribe:<Fue breve su paso por el mundo. Su historia podría condensarse en estos tres verbos: nació, sufrió, murió.> Pag., 199.
Recibió el Premio Zóbel en 1935, aunque hasta 1959 no se publicó "Kaleidoscopio Espiritual".
IN MEMORIAM (Ante la tumba de mi padre).
¡Oh tristeza infinita de las cosas,
que parece un reflejo de las mías!...
Olor de cirios y de mustias rosas,
llena mi vida de melancolías.
He seguido el camino del cariño
que nunca al corazón pone sus bridas,
y aquí me estoy, llorando como un niño
que no sabe cuidarse sus heridas.
Que te envuelvan mis lágrimas candentes
con caricias de sol de primavera,
y arriba lleguen hasta a ti, silentes,
las plegarias que dice mi alma entera.
¡Oh, padre, qué triste parece todo!...
La misma luna que, soñando, amaste,
lleva en sí el sello del dolor del lodo
mientras llora la estrella que cantaste.
¡Oh dolor de la vida y de la muerte
entre los cuales el recuerdo oscila,
como péndulo eterno de la suerte,
llama encendida que jamás vacila!
Y está la tarde triste de no verte,
como en mi corazón que en su hondo anhelo,
romper quiere el misterio de la muerte
y volar alto hasta tu propio cielo.
Evangelina Guerrero Zacarías, falleció el 11 de abril de 1949 en el hospital de Santo Tomás de Manila.
La revista "SEMANA" del 12 de mayo de 1949 publicó dos poemas, uno titulado ¡No se llora la muerte! de J., Hernández Gavira, y "A Evangelina Guerrero Zacarías" de Pascual D., Azanza, en memoria de la insigne escritora. Las primeras estrofas de ambos poemas son:
¡No se llora la muerte!
Harta de tanta arcilla y sed en su camino
Al fin rompió la esencia su clarífico envase,
Perfumando el ambiente del solar filipino
Su lira espiritual que al morir renace...
A Evangelina Guerrero Zacarías.
Poetisa de la patria, hija de otro poeta,
Príncipe del Parnaso del nativo solar,
La lágrima copiosa de todo hermano esteta
Acaso se diría poca para llorar
Tu éxodo inexorable a la postrera meta...
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