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ÁNGEL ESTRADA GONZÁLEZ (I)

      Ángel Estrada González nació en Manila el 17 de mayo de 1.943. Estudió en De la Salle University (Manila), en Nuestra señora de Las Maravillas (Madrid), en Asian Institute of Management (Manila) y en International Management Center (Ginebra). Profesor de literatura española en De La Salle University, más tarde pasó a la empresa privada. Publicó numerosos artículos, ensayos, relatos cortos, como "Los Príncipes". En 1.956 publica "Introducción a la Literatura Española" libro de texto oficial en De la Salle University. En 1.970 recibe el premio Hucha de Plata por el cuento "Manggali". Traductor de "Guía al Museo Villanueva" y co-traductor del libro "The World of Felix Roxas". Miembro de Solidaridad Filipino Hispana, de la Asociación de Autores Filipinos en Español y de la Academia Filipina de la Lengua Española. En 1.982 publica su poemario "Diezmos de un Día", la Filipina Foundation Inc., 

      El libro consta de introducción titulada, "Raptos poéticos" del escritor y académico Ángel Hidalgo S.,J.,; prólogo del autor; y cuatro capítulos, el primero se titula "La Una" con 9 poemas; el segundo "Las Dos" con 14 poemas; el tercero "Las tres" con 19 poemas y el cuarto "Las cuatro" con 49 poemas. En la contraportada encontramos una breve biografía del autor.


   R A P T O S  P O É T I C O S.

   De su interna plenitud brota en el poeta sentimientos y emoción para hacerse ritmo y armonía. 

   Para canalizar el impulso que acosa a nuestro vate, de resolver en palabra viva si íntima inquietud, trata de encuadrar su pensamiento en la copla popular que le sirve de guía a la vez que de orientada inspiración:

                                                               A la una canta el gallo                                                                                                                                         a las dos el ruiseñor,                                                                                                                                           a las tres la tortolica,                                                                                                                                       a las cuatro canto yo. 

   Han sonado las cuatro en el reloj de Ángel Estrada y nos ofrece en emotivo ritmo los ardores de la primera hora, requiebros y galanterías en la hora dos, las lamentaciones y nostalgias de las tres; y para explayarse a su gusto en el momento de su canto, con reflexiones, quejumbres e ironías, ... a las cuatro.

   A L  L E C T O R.

   La poesía, para el autor, es hija del cantar y de la pintura, y ha de buscar el equilibrio entre la sencillez del cantar y la complejidad que preocupa al pintor. Ha de tender a "la difícil sencillez."

   En cuanto al autor, baste decir que pertenece al grupo de filipinos de habla española. Un grupo que hoy es minoría cultural en su propio país, en peligro si no en vías de extinción. Es respetuoso de sus orígenes asiáticos, amante de sus raíces hispanas, y orgulloso de pertenecer a la minoría cultural que más ha contribuido a la historia y cultura de su país.

¿QUIÉN LO SABRÁ?
   Quizás los corderos
que triscan por el cielo,
Quizás las moradas rosas
que el viento va meciendo.

         Quizás las alondras,
costureras del firmamento;
Quizás tú y yo
                  cuando seamos ya viejos.

Tal vez el enano cojo
que fabrica los ensueños,
      Quizás también el buen genio
que los anda repartiendo

Y el místico herrero
que forja, con un beso,
guardas doradas y destinos nuevos.

-Quizás las mariposas
inflamadas
que anidan en tu cabello.

AYUNA
   Sudor, sudor y desvelo
pensando en ti
en tus brazos tan distantes,
     en tus labios candentes,
en... ...en lo que eres tú.

     Vigilia de ansiedad
y deseo, durante la cual extraño
tu calor, perfume, y llamarada negra
de tus cabellos por mi almohada.

     ¡Qué mala, esta cuaresma
de tus abrazos,
qué mala
esta cuaresma de tu amor indio!

     Ya se acabará, ya se acabará,
te lo prometo,

     y una vez más
       nos anegaremos

la una en el otro, mujer,
ambos en una marea de amor,
en un delirio de sentir...

     en nosotros.

LA SEÑORITA DE LA CRUZ
Voz delicada
y humor tornasolado.

Cutis fino, casi opalescente,
párpados tenues y pliegue oriental.

Oval delicado es su cara,
casi casi de frangible marfil.

Y en el azabache que lo enmarca
la primera plata de los años.

Y sus labios
que un día se posaron
miedosamente en los míos
una vez, brevemente, huyendo después,
alboroto de hibiscos.

Hoy hablamos y bromeamos:
tú me cuentas
las enfermedades de tus hijos
y yo me quejo del coste
de la matrícula del mío.

Hoy nos miramos afectuosamente los dos
sabiendo perfectamente
que ambos somos conscientes
de aquel solitario beso,
y la huida consiguiente;
de que nunca, por desgracia,
soportarán tus caderas
nunca, el peso de nuestros hijos;

de que por aquella huida
tras el solitario beso,
por haber cedido
al sobresalto de la instantánea conflagración,
siempre seremos -aunque algo precavidos-
buenos amigos,

buenos amigos los dos.

LISA
     A través del prisma 
de otros recuerdos la contemplo,
mujer de mi vida, esposa,
mujer frágil, extraña,
corazón de la existencia mía.

     No entiendo, no entiendo
la bendición de su calor
ni el milagro que sea mía.

     Dame, Señor, ojos nuevos
para que la pueda mirar
con amor siempre nuevo,
sin el centelleo pernicioso
de amores viejos o venideros;

     Ojos nuevos, prisma nuevo
dame. Señor,
para que la pueda mirar
para que la pueda querer
para que la pueda servir
     para siempre.

QUERENCIAS
     Que no ha ser. ¡Qué no puede morir
en el Oriente mi camino!

     Que la brisa me invita, me lleva muy lejos,
¡qué el viento me arranca de los suelos filipinos!

     Tierras lejanas, pisadas de niño,
trigales, granitos, y cardos y pinos . . .

     ¡Escuchad como suena el viento que pasa,
mirad cómo suena a turista que espera
pasaje a la tierra que siempre soñara. . .
     ¡Miradla, mirad a la extranjera!

     -¿Me llevas contigo, viajera?

     La brisa me llama, el aire me lleva,
el viento me tira con alas de cigüeña,
¡Qué el aire me lleva con prisas de otoño!

     ¡A España, viajera, a España la bienamada!

MORRIÑA
"¡Adiós, tierra bravía,
canción de rojo y gualda, adiós!

-Ya gime la sirena
del barco de mi ilusión. . .

(El Viajero soñando está.)

"Verdemar, verdemar,
y tus penachos de espuma,
y el rugido incesante
y cerril de la mar!"

(El Viajero cantando está.)

"Vestidas de luz, en la lejanía, siete mil esmeraldas, amor; 
Querida Filipinas,
Patria lejana, constante ilusión!"

-El Viajero llorando está.

EL TAPIZ
Cuelga en mi pared
un petate -estera juncal-
recuerdo de un pueblo agradecido,
el Pueblo de Taluksangay.

Estera de colores vivos
-verde, negro, morado y amarillo-
que son los colores tribales
del Pueblo de los Taluksangay.

Recuerdo es de un tiempo bronco
en que huía diezmado
el Pueblo de Taluksangay
de la contienda fratricida
entre los moros alzados
y las tropas del ejército filipino.

Héjira doliente fue
por las traicioneras selvas,
por los pantanos infestados
de malaria y sanguijuelas de Mindanao.

No tenían los hombres
ni empuje, ni armas ni aparejos de pesca;
no tenían las mujeres
en los brazos fuerzas
para recoger raíces y frutas,
ni en los pechos
con qué amamantar a los hijos:

Morían los niños
cada día, sin llorar.

Héjira doliente, espantada,
pesadilla de arenas movedizas
hambre y cobras,
y terror de saberse
escudos humanos
entre los contendientes.

Héjira terrible
de un pueblo que no quiso participar
en la riña estúpida
entre Caín y Abel.

Diezmadas sus gnetes
enfermas las demás
invocaron al Santo Libro. . .
y pidieron refugio.

Compadecido y fiel
a los preceptos del Santo Corán
extendió su protección
al pueblo desfallecido
de los Taluksangay
Jairún el Saultán.

Sobre ellos derramó 
Jairún sus cuidados,
el arroz de sus silos,
los peces de sus viveros
y lo mejor de sus rebaños.

Exhausto su caudal
y diezmados sus rebaños.
acudió Jairún 
al enemigo ancestral:

"Mucho hase yo
para Pueblo de Taluksangy
mas dineros, yo no tiene más;
Vos cristianos, dice el Corán
hermanos de moros son:
veinte y mil personas hay
que no tiene que comer,
¡Vos, cristianos, tiene que ayudá!"

Escucharon algunos foscos,
sobre todo quien había perdido un familiar
y dijeron:

"¿Pero qué hay de malo
en dejarles estar,
y que mueran 
según la providencia de Alá?

Otros, conmovidos, los hispano-filipinos,
dijeron: "ni moros ni cristianos,
aquí sólo hay gente".

Y de su peculio, tiempo y amor
fueron creando, para los Taluksangay,
una nueva vida, una hermandad.

. . . . . . . . . . 

Hoy viven los Taluksangay
al amparo del buen Sultán
y del ejemplo de los hispano-filipinos
en paz y prosperidad.

ORACIÓN
Pensamiento largo
y palabras breves.

Oración corta,
tarareo
y caricia leve.

Así quiero ser.
Así me hagas,
así hagas mi vida, Todopoderoso,
si es que quieres.



















 













   

                                                                                     

     

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